“Lo único que podría salvarnos es hacer
en esta pobre vida perecedera algo útil
que mejore las condiciones sociales del
mundo”
AFR.
Foto/de pjv.
Trazar
un esbozo sobre Angel Felicísmo Rojas es acicatear en lo profundo del
sentimiento lojano ya que su personalidad, su coherencia en el trato de
caballero sin corcel, su vida política y su praxis literaria, lo definen
como el ciudadano de hontanares y transformaciones historiográficas del
país que amó, del “pequeño rincón del mundo” en el que nació y despertó
su sensibilidad hacia lo perenne. Sin tribunas, sin emblemas con la
sencilla calidez de su palabra exquisita, su versado análisis y la
lucidez de su pensamiento.
Felicísimo Rojas nace en una
pequeña población próxima a la ciudad de Loja en el sector del Plateado
el 20 de diciembre de 1909. Fue estudiante del centenario colegio
Bernardo Valdivieso, en el cual posteriormente ejerciera como Maestro.
Misión que perduró hasta sus últimos días afincando en la juventud la
esperanza de erigir un mañana mejor para su patria chica como lo escribe
en esta dedicatoria a dos jóvenes que se educan en el Colegio “Eugenio
Espejo”
Sus inclinaciones literarias las llevó consigo
desde su vida colegial, razón que le permitió guardar en su memoria los
más fieles recuerdos de su vida estudiantil, momentos que evoca en su
primera obra literaria “Banca” cuyos dos primeros capítulos se
publicaron en la revista lojana “Hontanar” en 1931, los tres siguientes
en el diario “El Telégrafo” de Guayaquil y entre 1938 y 1940 surge la
primera producción de su libro con la obra completa con un pequeño
tiraje. En esta obra ya revela dotes característicos de escritor como su
capacidad de observación y discernimiento de los grupos humanos y su
versátil manejo del lenguaje.
Estudia Derecho en la
Universidad Nacional de Loja obteniendo su título de Abogado y es
reconocido como escritor por su asidua colaboración en revistas de la
provincia, particularmente en BLOQUE, publicación que hizo época,
HONTANAR y la REVISTA UNIVERSITARIA.
Se lo conocía por sus
escritos en las revistas lojanas en las que se publicara “Banca” “Un
Idilio Bobo” hermoso relato a decir de Nicolás Kingman que, siendo
quizás uno de sus trabajos iniciales, lo consagra como extraordinario
narrador. Para entonces radica en la ciudad de Guayaquil, en el
ejercicio profesional de la Abogacía, en su vida privada y en su
desempeño como alto funcionario público, las pocas ocasiones en que ha
aceptado tal responsabilidad, como cuando fuera Contralor General de la
Nación por los años 1945-1946, en su militancia política socialista, que
en su juventud lo llevó a estar detenido, forzada estancia que como
escritor de raza que es, aprovechara para escribir “Curipamba”, novela
–sobre el drama de las minas de Portovelo- que leyera por entregas a sus
compañeros de prisión.
Es sin duda “El Exodo de Yangana
su creación máxima y una de las grandes de América; es una novela épica,
su protagonista colectivo es todo un pueblo que, como en un relato
bíblico, se ve obligado a huir de su terruño por la implacable presión
de poder del hacendado para buscar otro destino.
Apoyado
en los conceptos de que un análisis diacrónico de la novelística
ecuatoriana, no puede ensayarse al margen “ni de la historia política
del país, singularmente accidentada, ni de su sociología, rica en
contenido dramático”, formula su proyecto de análisis literario una
propuesta metodológica que lo lleva de lleno al campo de la
historiografía y consiste en desarrollar un estudio paralelo de la
historia política del país y de su historia literaria, o más
estrictamente novelística.
Angel Felicísimo Rojas a más de
novelista y cuentista es un gran poeta en prosa, ha incorporado al
relato ecuatoriano varios elementos; un poder de estremecimiento lírico.
Carlos
Eduardo Jaramillo al referirse a la lojanidad de Angel F. Rojas dice
“Esa lojanidad que llevamos en la entraña como al calorcito de un licor
generoso, esa lojanidad que nos protege como una burbuja de oxígeno del
aire natal mientras nos desplazamos por la vida, aquí y ahora para los
presentes en ese lugar al conjuro de la invocación del Maestro, es la
misma, la pública y secreta lojanidad que el DOCTOR ANGEL FELICÍSIMO
ROJAS ha exhibido y guardado en su espíritu y sus quehaceres, en el
desempeñarse castizo y armonioso del fraseo de su palabra, en la
literatura y en la diaria comunicación, en el periodismo y en la cátedra
universitaria, en los relatos de “Banca” y “Un Idilio bobo”, en su
extraordinaria novela “El Éxodo de Yangana”, hito mayor de la novela
ecuatoriana de todos los tiempos, traducida a incontables idiomas como
para probar que el delicado sabor de la lojanidad puede ser degustado en
cualquier lengua, en “Curipamba”, la novela del campamento minero de
Portovelo”.
Su afable conversación permanece en cada
persona que pudo saborear de sus labios la palabra serena, el mensaje
oportuno y la ocurrencia espontánea como aquel día en que pregunté
mientras recorríamos la Clínica San Agustín en su última visita a Loja;
Doctor ¿Usted debió haber leído la noticia de su muerte en el diario El
Universo, que sintió? Soltó una carcajada y dijo – la leí y me dije, con
lo despreocupado que soy, es posible –
Como el mismo
predijo resultaría su última visita a Loja, su ciudad natal pues en el
año 2003 recibíamos la dolorosa noticia de su despedida en pos del gran
amor. Su esposa quien con su partida volcara en nostalgias los últimos
días del “Gran Señor enamorado de su tierra natal”.
“Vivo enamorado de la pequeñita Loja, y mis restos descansarán en el lugar donde se originó mi vida”
Angel Felicísimo Rojas
ENLACES:
https://www.youtube.com/watch?v=m3zi_Wt173I
https://www.youtube.com/watch?v=m3zi_Wt173I
Bibliografía: Rojas, Angel Felicísmo, Un idilio bobo, colección antares.
Fundación Mora Reyes, Angel Felicísimo Rojas.
Banco Central del Ecuador, Historiografía ecuatoriana.
Rodríguez, Castelo Hernán, Literatura ecuatoriana 1830-1980
Jaramillo,Valdivieso Paulina. Primicias Lojanas-Colegio Eugenio Espejo