sábado, enero 10

Segundo Cueva Celi

“Vocación, sensibilidad, personalidad y creatividad”

   “Era la clase inicial de música del primer año y el maestro, a manera de obsequioso encuentro, nos ofreció ejecutar una pieza al piano. Antes de hacerlo, nos advirtió y pidió que tratáramos de reconocer cómo en la pieza iban a sonar unas como gotitas de lluvia precipitándose sobre los vitrales de las ventanas, o sobre el patio o la vereda, desde los tejados, como siempre las habíamos escuchado caer; en cadencias, discretamente sonoras. Intentaba despertar nuestra imaginación y fantasía; se aprestaba, desde el primer momento, a afinar nuestra sensibilidad”
Marco Placencia.




          

Segundo Cueva Celi Nació en Loja el 10 de enero de 1901, en época de plena efervescencia liberal. Sus padres fueron el Dr. Juan Cueva García y doña Zoila Filomena Celi. Su abuelo Manuel Benigno Cueva Betancourt consagró su nombre en la historia nacional como líder de las insurgentes ideas liberales y llegó a ocupar la Vicepresidencia de la República en el Gobierno de Eloy Alfaro.

A pocos días de nacido fue víctima de la aplicación inadecuada de un medicamento para los ojos, lo que le disminuyó casi totalmente el sentido de la vista; pero la naturaleza lo compensó con el desarrollo portentoso de su sensibilidad auditiva.

Desde muy niño, Segundo Cueva Celi manifiesta su inclinación por la música. Tiene alrededor de cinco años cuando ingresa a estudiar en la escuela de los Hermanos Cristianos. El Hno. Antonino, de origen francés, violinista y director de la escuela, lo descubre, le enseña los rudimentos del arte musical y lo recomienda al padre franciscano Antonio Vega, notable músico celicano, titulado de profesor en Lima, para que pudiera recibir sus enseñanzas.

Era tierno escolar cuando ya se daba modos para tocar la guitarra y el rondín al unísono en las horas sociales. A los ocho años tocaba en la iglesia de San Francisco; allí había un armonio en el que interpretaba piezas sencillas a pesar de la dificultad de alcanzar los pedales para lo cual requería ayuda, la limpieza de la ejecución y su talla de ejecutante lograba la admiración y la sorpresa de quien lo escuchaba.

A la edad de doce años se perfila con mayor precisión su actividad creativa; sus primeras piezas, debido al influjo que en él ejerce el padre Vega, siguen siendo de carácter religioso; después vienen otras de índole variada.

A los catorce años pasa a ser alumno de su tío Salvador Bustamante Celi, otro músico lojano que dejó huellas profundas de extraordinario talento y quien le proporcionó una rica gama de recursos teórico-prácticos del que hace gala Cueva Celi, propias de su tío, dando realce al trabajo autodidáctico del propio compositor. Guiándose en el método por Maya Van que su padre Juan Cueva García le había enviado desde los Estados Unidos de América, donde ejercía funciones diplomáticas en representación del Gobierno del Ecuador.

A los dieciséis años surge “No importa, no” título de lo que se podría tener como el primer pasillo compuesto por Segundo Cueva Celi, con letra de su cercano amigo, el poeta Emiliano Ortega Espinosa.

Las circunstancias de su aprendizaje con el padre Vega y con su tío Salvador Bustamante, mediante una relación informal, hacen que el acervo de conocimientos y habilidades para la música que adquirió y su cultura general,  favorecida por el medio cultural de Loja fuera propicio para los afanes de superación y  la adquisición paciente y tesonera de un autodidacto. Punto clave para apreciar el valor humano del artista.

Cuando ingresa al magisterio ya es un artista prestigioso, con reconocido talento para la interpretación instrumental y la composición.  De su experiencia como profesor de música en escuelas primarias, y desde 1935 en el Colegio Bernardo Valdivieso. En 1945 se le confiere el Título de Profesor de enseñanza Secundaria. Suceso que se destaca pues lo obtuvo por sus méritos personales como docente. En esta actividad, Segundo Cueva Celi extrajo su abundante producción de canciones escolares, llegó a crear un avanzado sistema pedagógico para niños y jóvenes, promoviendo en éstos el espíritu cívico, la fraternidad y solidaridad humana, la inclinación por el trabajo, el amor a la naturaleza y la vocación por el arte. La vida del Bernardo Valdivieso, ha quedado expresada y encontraba fundamento y nobilísimo asilo todas las artes y, entre ellas, florecía la música; no podía ser de otra manera, tomando en cuenta que el colegio contaba como maestro con Segundo Cueva Celi; Maestro, profesor, pianista y violinista, con quien se inició la formación académico-musical de grandes artistas como el Maestro Edgar Palacios, que luego de algunos años, se convertiría en el más grande promotor de la música de Cueva Celi. Por causa de su ceguera, decide renunciar al Colegio Bernardo Valdivieso y se traslada a Quito. En 1947 es incorporado, como miembro correspondiente, a la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Loja.

Segundo Cueva Celi, forma parte del septeto lojano organizado por Salvador Bustamante Celi, integrado por Francisco Rodas (Fundador del Conservatorio de Loja), Segundo Alberto Larriva, Manuel Torres, Sebastián Valdivieso Peña y Antonio Eduardo Hidalgo, a la muerte Salvador Bustamante Celi según lo menciona el Maestro Edgar Palacios, en una entrevista comienza el ímpetu componístico de Cueva Celi, “es un río de composiciones, según inventario realizado por los personeros del Banco Central del Ecuador, alcanza la cifra de tres mil ciento setenta y nueve composiciones. Sin contar con la pérdida involuntaria de cinco de sus álbumes de composiciones con los que llegaría por lo menos a las cinco mil.

En este campo, Segundo Cueva Celi incursionó por diferentes géneros, desde la música religiosa y escolar ya mencionadas, marchas e himnos, valses, mazurcas, yaravíes, boleros, tangos, pasodobles y otras canciones, hasta melodías de corte clásico. Pero lo que mayor difusión popular ha alcanzado son sus pasillos. Rasgo absolutamente principal en la personalidad de Segundo Cueva Celi, es su iniciativa, su voluntan en la búsqueda de los propio, original y nuevo. Como justo resultado de su actitud, como lo menciona Marco Placencia en un estudio de la personalidad del Maestro, dio con una cantera de hallazgos, que están en su estilo personalísimo. Cuando afronta su tarea creativa en la proyección popular, escoge al pasillo, tan arraigado en el alma del pueblo, como la forma preferida de su expresión: lo encuentra, a veces demasiado burdo y pobre, casi siempre lacrimoso y  artificial “Típico producto de cantina”, como el mismo solía decirlo. Decide entonces llevarlo a un estudio de artista para conferirle otra concepción, otra sonoridad, otro sustento literario, inclusive para vestirlo de gala, tornarlo rico y brillante, todo, sin que pierda un ápice del sabor de la tierra. Es quizá por ello como lo menciona el Maestro Julio Bueno, el pasillo lojano es un pasillo de salón, con riqueza literaria y un arraigo muy propio del vals español.

Entre las obras de Segundo Cueva Celi, tenemos una “misa” que la menciona el Maestro Bueno y que aún no ha sido interpretada y casi ha quedado en el olvido, pero que sin embargo posee una gran calidad artística. Pocas veces la música del pueblo ecuatoriano llegó a límites de perfección como la que logró imprimirle el gran artista. Allí están “Vaso de lágrimas, sobre el verso del mismo nombre del gran José María Egas, “Corazón que no Olvida” bajo el texto de su gran amigo Don Emiliano Ortega, Amargos Resabios, Pequeña Ciudadana”, en el poema de Alejandro Carrión, “Para tus Ojos”, “María”, bajo el texto de Juan Francisco Ontaneda, “Corazón que no olvida” Mi último recuerdo”, “Mi anhelo”, “Tardes del Zamora”, vals “Sobre las olas” “Vals Patético”. .y mil canciones que han expresado el dolor, la ilusión, la pasión de amor o el arte del pueblo ecuatoriano,

En la actualidad, el Banco Central del Ecuador, posee por entrega de sus herederos los instrumentos musicales, pertenencias personales, condecoraciones, acuerdos, partituras en manuscritos originales, etc.

Marco Placencia menciona que - Su tierra natal está en el centro de sus afectos y es el referente constante de muchas de sus composiciones. Su sentimiento del propio terruño lo hizo entonar un canto permanente a la tierra que lo vio nacer. Cuando tuvo que dejarla para residir en Quito, lo conmovió la añoranza y la nostalgia del suelo hasta sus últimos momentos. Próximo a fallecer era visitado por ancianos y el les inquiría con insistencia “¿Qué es de mi Zamora? “¿Cómo están mis sauces, mi torre de San Sebastián? “¿Qué se han hecho mis cachitos? (así llamaba a sus alumnos)….-

Don Carlos Valarezo Loayza, recuerda, el interés y el entusiasmo que puso el señor Cueva –dice- cuando supo de la construcción de la radio Ondas del Zamora. Y fue tal su interés, que el primero de enero de 1943, fecha de inauguración de la radio, fue el primero que estuvo para el desarrollo del programa.

Como es natural, el nombre del señor Cuevita Celi surgió espontáneamente como Director de los programas Artístico-Musicales que tenían lugar todos los domingos del año.

Segundo Cueva Celi falleció el 17 de abril de 1969 dejando una obra musical fecunda y el recuerdo imperecedero de su genialidad.


Bibliografía: Revista “Acontecer” mayo 2003 Nro. 16
                  Revista “Suridea” mayo 1993, Casa de la Cultura Ecuatoiana.
                  Revista “Mediodía”, Nro. 50, Casa de la Cultura, artículo de don Carlos Valarezo Loayza.
                  Jaramillo, Valdivieso Paulina-Primicias Lojanas-Colegio Eugenio Espejo

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