“La mujer que abrió caminos”
Matilde
Hidalgo Navarro, abrió caminos en virtud de la igualdad de
oportunidades para la mujer en una época de limitaciones sociales y
políticas, con la mansedumbre de su ternura y la tenacidad que fortalece
a su género en el devenir de sociedades equitativas y justas.
Es
posible que su alcance se haya adormitado con el transcurrir de los
años por la congruencia de satisfacciones banales que acoge nuestra
sociedad, sin embargo la huella firme de sus convicciones late en el
pensamiento de la mujer lojana y ecuatoriana que fortalece sus raíces
con actitudes de luchadora impostergable en la urgencia de
transformaciones congruentes al sentimiento de equidad y humanismo.
Matilde
nace en Loja, más la luminosidad de su antorcha ilumina el sendero de
la mujer ecuatoriana ya que venciendo los prejuicios de su tiempo logró
cristalizarse como la primera bachiller de su ciudad y del País, la
primera mujer médico ecuatoriana, primera sufragista del Ecuador, primer
mujer candidata a diputada, primera concejala del Cantón Machala.
Maestra,
política, profesional, madre y esposa, lojana de nacimiento, inscrita
en la parroquia San Sebastián el 29 de septiembre de 1889, con los
nombres de Deifilia Matilde Inés, fue séptima hija de Carmen Navarro y
Manuel Hidalgo Pauta.
El 22 de octubre de 1907, Matilde
ingresa a las aulas del colegio “Bernardo Valdivieso”, quedando
matriculada en primer curso de secundaria. A partir de este momento, la
vida se torna difícil para ella. La sociedad lojana tan cerrada y
tradicionalista, no ve con buenos ojos que esta niña sea educada en un
colegio donde se habían formado hasta entonces solamente hombres.
Matilde se convierte en el blanco de las críticas y burlas, hasta de sus
antiguas compañeras, fue una etapa muy dura que debió enfrentar con
toda su valentía y tenacidad.
En 1910, a los 21 años de
vida expresa su sentimiento en su primer ensayo poético. Cuando en la
ausencia de su hermano Antonio le dice: “El cielo está despejado/
tranquila la fresca brisa/ y a la vista simboliza/ el límpido claro
día,/ en tanto que yo amorosa/ pienso en ti mi dulce hermano/ y a
saludarte me afano/ con mi inhábil melodía”.
Las aulas del
colegio también inspiran su expresión poética como lo escribe en “El
deber de la mujer” “…Es preciso abrirse paso/ entre envidias y
mezquindades/ y burlando tempestades/ dedicarse ya a estudiar.
En
1910, Conoce a un joven proveniente de Zaruma, Fernando Procel Lafevre,
quien desde ese entonces se convierte en su compañero y amigo.
Transcurre el tiempo y Matilde se gradúa de bachiller con las más altas
calificaciones. Es hora de dar vuelo al torbellino de sus ilusiones y
soñar en la universidad en pos de su título de Médica.
En
la ciudad de Cuenca luego de una serie de vicisitudes y apoyada por su
hermano Antonio, ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas aceptada por
Honorato Vásquez, uno de los ilustres poetas cuencanos, quien vio en
ella ante todo decisión y determinación por conseguir lo que tanto había
anhelado.
El 29 de junio de 1919, Matilde alcanza su
licenciatura, es tiempo de viajar a Quito en busca de su doctorado. Es
así como Matilde ayudada por el también lojano Doctor Isidro Ayora,
consigue la residencia en la Maternidad del Hospital San Juan de Dios. Y
el destino le tiene preparado el gran reencuentro con su amado que
había viajado a la Capital para obtener su título de Abogado.
El
21 de noviembre de 1921, Matilde obtiene el título de Doctora en
medicina, y decide regresar a Loja, pero la rivalidad con sus colegas,
que ven en ella la competencia y las habladurías, exigen su salida de su
ciudad y viaja a Guayaquil.
A fines de 1922 Fernando
asume la Secretaría de la Gobernación de El Oro, y busca a Matilde,
concientes y seguros de sus sentimientos, se casan en 1923 y se
establecen en Machala. Transcurren sus vidas en esta ciudad y en 1924,
Matilde sufraga, siendo la primera mujer cuyo voto ha sido reconocido en
elecciones presidenciales, la primera mujer en sufragar en sudamérica.
El 29 de julio de 1923,
fallece su esposo, dejándola sumida en una completa desolación. Un mes
después, Matilde sufre un ataque de apoplejía, que la deja sumida en la
inconciencia. Por las complicaciones que presenta su enfermedad hay que
amputarle una pierna acercándose el final en la vida de esta gran mujer.
En 1941 se convirtió en la primera mujer candidata a un cargo de elección popular en el Ecuador y la primera mujer elegida administradora pública en Loja con el cargo de Diputada Suplente.
Ejerció la medicina en Guayaquil hasta 1949, cuando obtuvo una beca para realizar una especialización en pediatría, neurología y dietética en Argentina. A su regreso al Ecuador, se dedicó a desarrollar obras sociales, fue nombrada Vicepresidenta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y fue presidenta de honor y vitalicia de la Cruz Roja en El Oro (Ecuador). También recibió múltiples reconocimientos como la condecoración con el Mérito de Salud Pública.
En 1941 se convirtió en la primera mujer candidata a un cargo de elección popular en el Ecuador y la primera mujer elegida administradora pública en Loja con el cargo de Diputada Suplente.
Ejerció la medicina en Guayaquil hasta 1949, cuando obtuvo una beca para realizar una especialización en pediatría, neurología y dietética en Argentina. A su regreso al Ecuador, se dedicó a desarrollar obras sociales, fue nombrada Vicepresidenta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y fue presidenta de honor y vitalicia de la Cruz Roja en El Oro (Ecuador). También recibió múltiples reconocimientos como la condecoración con el Mérito de Salud Pública.
El
20 de febrero de 1974, en la ciudad de Guayaquil, su presencia material
nos sume en el desconsuelo y despierta el sentido de su vida en la
historia ecuatoriana, una mujer que dio gloria, reconocimiento y forjó
un camino de aceptación para la mujer lojana, ecuatoriana y latinoamericana, en los distintos campos de la educación, la ciencia, la politica.
Su
legado incomparable resurge en la búsqueda de libertad en la
perseverancia, la decisión y el optimismo que ha de brillar en cada una
de nosotras porque su luz de “mujer total” como diría Jenny Estrada, es
memoria y es consustancia humanística de nuestra sociedad.
Bibliografía: BIBLIOTECA ECUATORIANA, mujeres, Antología. Colección nro.11.
ESTRADA, Jenny, Una mujer total.
H. Consejo Provincial de Loja, La otra cantera de Mujer, poemario, Matilde Hidalgo de Procel.
Jaramillo, Valdivieso Paulina-Primicias Lojanas-Colegio Eugenio Espejo