"Reconstructor de sueños imaginados en la historia"
Fuente: Libros del escritor, comentarios pediodísticos.
Mediodía, Revista Nor. 60-Mayo 2013 de la CCE.
El
Dr. Stalin Alvear nace en el Loja el 9 de diciembre de 1942. Sus
estudios primarios los realizó en la escuela José Ángel Palacio, los
secundarios en el colegio Bernardo Valdivieso. Obtiene el título de
Abogado y Doctor en Derecho en la Universidad Nacional de Loja. Maestro
de juventudes en el colegio Bernardo Valdivieso. Ha ejercido durante su
vida la cátedra universitaria, el periodismo y la promoción cultural. Ha
desempeñado los cargos de Presidente de la Casa de la Cultura Núcleo de
Loja. La Presidencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Manuel
Benjamín Carrión Mora”, la Vicepresidencia del Consejo Nacional de
Cultura del Ecuador. Luego ejerce su profesión de abogado
como Notario de nuestra ciudad.
Su personalidad es
explícita en su serenidad, cordialidad y el apasionamiento por las
causas nobles y justas del ser humano. Convencido de la ideología
política socialista de la cual es un representante de estatura y
profundidad invalorable, vence el tedio para hacerlo luz . Gran lector y
sensible al encantamiento de los sentimientos del hombre. Perenniza el
nombre de Simón Rodríguez como el adalid de la revolución que encarnaba
Bolívar. Y nos dice: La vocación de Simón Rodríguez se convirtió en una
realidad, en la base ideológica del proyecto independentista de
Bolívar. Su tesis revolucionaria sobre la transformación de la educación
, que comienza con los enciclopedistas franceses, con todos esos
pensadores grandiosos que existieron en ese tiempo, se transforma en la
tónica ideológica de la revolución que encarnaba Bolívar , ¡una
connotación ideológica extraordinaria!.
En sus
reflexiones Stalin Alvear manifiesta haber nacido con origen social
humilde, del cual se enorgullece profundamente, en un estrato donde no
estaba presente el poder, ni la riqueza, ni las comodidades. Pero en
cambio hay otras cosas más lindas -nos dice- que pesan mucho más, cuando
uno hace finalmente un balance en la vida, como la dignidad, el
reconocernos quienes somos frente a los demás, a los prójimos, a los
vecinos, estas cosas someten nuestra personalidad, nuestras inquietudes y
como el arte es una inquietud, llega la hora en que uno se expresa a
través del arte. Esos orígenes sociales que tenemos nos permiten conocer
y comprender al pueblo que es el gestor de todo, claro, solo para la
historia oficial, los héroes, los ex-presidentes son los héroes máximos,
los que lo han hecho todo, pero es el pueblo que con su laboriosidad,
con su inteligencia, con su sensibilidad va haciendo todos los días,
crea una sociedad y crea también identidades y realidades. Le doy una
tremenda importancia al pueblo, porque ahí nací...
Considera
que las obras reproducen lo que es el autor, que la literatura expresa
lo que el autor siente en términos ideológicos, filosóficos, humanos.
Bajo estos conceptos sus obras literarias entre las que contamos El
libro de cuentos; El menos pequeño de los burgueses. Las novelas: El viaje de Simón Bolívar a Loja, El Reino de los Vencidos, Trashumantes en busca de otra vida, Libro de memorias: Antes que me olvide, Tu casa, nuestra casa; La risa de los plagiaros, Tres narradores lojanos, A partir de su cuento “Otro Idilio Bobo” se produjo otro cortometraje, dentro del proyecto cinematográfico Lojanísimo “Cuentos de mi tierra”. Sus obras trasuntan
su ideario socio político de compromiso con las mayorías sociales y nos
otorgan viajes imaginarios hacia aquellos paisajes del olvido que
reconstruye con técnicas literarias clandestinas, que no provocan
sedentarismo ni apatía en sus lectores, sino que despiertan nuestros más
profundos instintos de inclusión social.
Galo Mora Witt extrae la calidad humana del escritor cuando nos cuenta en el prólogo de El viaje de Simón Bolívar a Loja:
“Una tarde de aguacero en Quito, a mi regreso temporal de Ginebra,
encontré, bajo el dintel de la puerta, una carta adjunta a un pliego de
páginas troqueladas a mano, con las huellas dactilares aún impresas en
el blanco papel. Borroneada, con letra larga y tendida hacia la
izquierda, como haciendo homenaje a aquel refrán de que las cosas se
parecen a su dueño, la misiva se refería al libro que la acompañaba.
Reconocí de inmediato al remitente, más por el valor y la humildad que
por los trazos. El libro, el mismo que ahora intento prologar, llevaba
por título El viaje de Simón Bolívar a Loja, y contaba con un
subtítulo, que, a mi manera de ver, le daba el carácter literario a lo
que bien podía pasar como argumento vial o ingenieril. Decía: Reconstrucción imaginaria. La firma a la que me refería anteriormente, rubricaba el corazón de un grande amigo: Stalin Alvear.
Refiriéndose
a la obra, nos dice: “Quizá desde sus días lojanos, de su sentimiento
de gratitud para con ese pueblo, Bolívar sabía que, un día cualquiera,
con el correr de las lunas alguien vendría a escribir los pasajes y
parajes de aquella peripecia. Gracias a la sumilla de recuperador de la memoria, que por ahora lleva el nombre de Stalin Alvear, el General aparecerá desmitificado, gracias al milagro de esa lengua que, ojerosa y clandestina, le pondría más sangre a nuestro idioma”.
Estuardo
Vallejo manifiesta sobre “Tu casa, nuestra casa” “En 1996 Stalin Alvear
asume la presidencia nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana
Benjamín Carrión. El hecho provoca el desconcierto y la furia de una
élite intelectual conectada con el poder, que no concibe que un escritor
provinciano, para colmo lojano, pueda ponerse al frente de la
sacrosanta institución. Y persigue su administración con una saña
desconocida hasta entonces que llega a poner en riesgo la propia
existencia de la Casa. En respuesta, se ejecuta un proceso de
democratización, de apertura a sectores de artistas e intelectuales que
tenían vedada su participación y especialmente, se propicia la
intervención real de los sectores populares, que llegan a sentir que la
Casa de la Cultura es Tu Casa, nuestra casa.. /Una década
después, distancia suficiente para evitar el exceso de apasionamiento,
con su característico estilo ágil y directo, Stalin Alvear testimonia en
este libro su paso por la presidencia de la Casa: encuentros emotivos,
justos reconocimientos, eventos para el pueblo, apoyo a las luchas
populares, desengaños ante incomprensiones absurdas desfilan por sus
páginas. Pero, sobre todo, la convicción de un hombre íntegro, que supo
llevar a la práctica, en ese espacio, el convencimiento que ha regido
toda su vida: la construcción de una patria nueva, justa, auténticamente
democrática.”
Sobre Trashumantes en busca de
otra vida Eduardo Vallejo, comenta la obra, “El libro es una novela con
mirada esperanzadora y humana, llena de humor e ironía”: El
escrito relata cómo Clara Aponte, emigrante ecuatoriana en España, sale
bien librada de una situación penosa gracias a la decidida acción de un
reconocido escritor que toma partido por los desprotegidos.
Durante
un viaje a Zhizho, su pueblo natal habitado por ancianos y jovencitas
que viven entre ellos inevitables romances, se produce un encuentro
entre los cuatro personajes, devenidos en auténticos trashumantes en
busca de otra vida….”
Carlos Ferrer, lingüista
y crítico literario español manifiesta sobre esta obra: "Alvear,
narrador con muchas flechas en su carcaj, escudriña el mundo de los
emigrantes con un dinamismo de partitura musical, mostrando las zonas
turbias y relucientes de los protagonistas, y se vale de un microscópico
escarbar no para glorificar nada, sino para que nadie se avergüence de
su vida sin maquillar. La suya es una escritura que se busca haciéndose y
que se hace mientras se busca, porque es el testimonio de un
ahondamiento en el territorio interior de unos personajes, atrapados en
su realidad circundante. (...) La visión narrativa de Alvear,
influenciada por escritores como Rosa Montero, Balzac y Bryce Echenique,
le hace describir, no exento de aliento poético, una plantación de
brócoli como "un mar que crecía por la noche, reventando retoños y olas
de verdor al manecer". Hay más destellos interesantes, como el que dice
que la indolencia es "residuo de un egoísmo, que prefiere lo propio
sobre lo de los demás", o aquel que asegura que la memoria es "como el
humo que se cuela en el hocico del cañón". Y es que el amor a las
palabras resulta, en quien lo posee, una cualidad que aflora incluso en
los momentos en que parece menos atento o prevenido..."
El
trabajo de Stalin Alvear nos refiere sus guiños a quienes nos
inquietamos con la cultura, para saberla menos ajena, más nuestra, más
desempolvada de máscaras y artificios, sencillamente protagonista de un
quehacer que ha perennizado el nombre de Loja. Su vida nos sugiere la
trascendencia de un socialismo vívido y reafirmado en el ideal que
supera el latido de nuestro corazón para ubicarse en la cúspide del
pensamiento forjador de nuevas sociedades, y su serenidad nos inspira el
caminar de Serrat, aquel que deja huella, aquel que hace camino al
andar.....!
Fuente: Libros del escritor, comentarios pediodísticos.
Mediodía, Revista Nor. 60-Mayo 2013 de la CCE.
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