domingo, junio 7

Eduardo Carrión González






Nació en Loja el 7 de junio de 1940, sus padres fueron: Hugo E. Carrión Álvarez y Blanca Aurora González G. Realiza sus estudios en la escuela Miguel Riofrío, en el Colegio Bernardo Valdivieso y la Universidad Nacional de Loja, donde se gradúa de ingeniero agrónomo, 1971. Ha realizado varios cursos de observación y de estudio en el país y en el exterior, así:

Fotointerpretación e Inventarios Forestales, Extensión Superior Agropecuaria, Administración Rural, Comunicación y Transferencia Tecnológica, Planificación, Seguimiento y Evaluación de Proyectos, etc., en México, Centro América, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Portugal, España, Holanda, Francia, Italia, Israel…

CARGOS DESEMPEÑADOS:

  • Ingeniero Agrónomo en DEFORNO. MAG-FAD, 1965-1970. Quito-Esmeraldas.
  • Gerente de la Compañía Lojana de Industrias Madereras, CLIMA 1970
  • Jefe Zonal del IERAC en Macará, 1970.
  • Profesor del Colegio Técnico Agropecuario Macará, 1971-1973.
  • Gerente Regional de PREDESUR en Loja y Zamora Chinchipe, 1973-1979.
  • Consultor del Banco Nacional de Fomento de 1979 a 1981 en Quito.
  • Director General del Centro Andino de Tecnología rural CATER desde 1981 hasta 1989
  • Director General de Investigaciones de la Universidad Nacional de Loja, desde 1989 hasta 1998.

ACTIVIDADES HONORÍFICAS Y MEMBRESÍAS:
  • Miembro de la Casa de la cultura Ecuatoriana Núcleo de Loja.
  • Miembro de la Selección de Baloncesto de Loja entre 1957 y 1963.
ACTIVIDADES LITERARIAS:

Se destaca su actividad literaria desde sus años de estudiante en el colegio Bernardo Valdivieso.

  • Autor de la poesía costumbrista “Feria de San Sebastián”, 1991.
  • Cuentos guardados en un rincón, 1992
  • El Gran Día Bisiesto, 1964
  • Yerbamala… y otros cuentos, 1996
  • Un puma tras las rejas, 1997
  • Las asombrosas aventuras del “espía” Luis Freire en sus viajes al Pongo de Manseriche (río Amazonas), 1998.
  • Restos, o conversaciones con un panteonero.
  • Cuentos Lojanos al borde del siglo XXI
  • Libro de cuentos “Para leer mientras te ponen un suero”
  • “Los Tenderos”, novela.
HA PUBLICADO VARIOS DE SUS TRABAJOS EN PERIÓDICOS, REVISTAS Y LIBROS...

Ha publicado varios de sus trabajos en periódicos, revistas y libros: …
Diario “El Mundo”, “El Siglo”, “Crónica de la Tarde”, “Frontera Sur”, Suplemento cultural “Semana” del diario “El Expreso”, “Suridea”, “PRISMA”, “Revista de la Asociación Lojana 18 de Noviembre, 1992, Periódico “El Austral”.
CONSTA EN:
  • “De Loja con Humor” (Luis Chauvin, Tomo 2)
  • Antología de la Primera Bienal del Cuento Ecuatoriana, Obras Premadas”, 1991.
  • “Antología del Cuento del Austro”, “Rubén Vélez S., Tomos 1, 2 1993.
  • En “Huellas”, antología del Colegio Bernardo Valdivieso, 1826-1996.

OBRAS PREMIADAS:

  • “La carroza del diablo”, primer premio en el Concurso de Cuentos y Tradiciones Lojanas, promovido por el Colegio Bernardo Valdivieso, en 1957.  (alumno del 4to. Curso del colegio).
  • “El Reloj”, tercer premio en el Concurso Nacional de Cuento, patrocinado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Loja, en 1962.
  • “Dolor”, primer premio en el Concurso de Cuentos y Relatos promovido por la Casa de la Cultura Núcleo de Loja, en 1971.
  • “Panchito 2”, segundo premio del Concurso Nacional de Cuentos “Telmo Hidalgo”, respaldado por la Asociación de Escritores Argentino-Ecuatorianos, en 1988.
  • “Chacasón”, finalista entre 182 cuentos en la Primera Bienal del cuento Ecuatoriano, promovido por el CEDIC, y auspiciado por los diarios La Hora, El Expreso, Extra y el Ministerio de Educación y Cultura, en 1991.
  • “Un puma tras las rejas”, obtiene, entre 75 novelas, el tercer premio en el Concurso Nacional de Novela Bodas de Diamante “Ismael Pérez Pazmiño”, convocado por el diario El Universo en 1996.

RECONOCIMIENTOS:

  • Premio al Mérito Literario. Ministerio de Educación y Cultura a través de Rumbos Culturales, Loja en 1998.
  • Condecoración y presea “Benjamín Carrión Mora”, al Mérito Literario, otorgadas por el I. Municipio de Loja en 1994.
  • Reconocimiento Público. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Asociación Lojana 18 de Noviembre, Universidad Nacional de Loja, 27 de agosto de 1998, Quito.
  • Tercer puesto entre los libros más leídos del Ecuador en 1998. (Fuente: Librería Selecciones, Guayaquil. Diario El Universo, 4 de octubre de 1998)
  • Homenaje de la Casa de la Cultura ecuatoriana, Colonia Lojana 18 de Noviembre, Universidad Nacional de Loja, Quito, 1998.
  • Homenaje del Ministerio de Educación, a través de Nuevos Rumbos Culturales, Loja, 1998.
  • Reconocimiento público. Casa de la Cultura Núcleo de Loja, Asociación de Artistas Plásticos de Loja, Medios de Comunicación de Loja, Universidad Nacional de Loja, 22 de octubre de 1988.




SOBRE EL AMIGO ESCRIBE Mario Jaramillo Andrade.
“Mi amigo el Flaco,
Contador de historias

Larguirucha, pero fibrosa, su figura con ágiles movimientos a lo largo de las canchas del viejo colegio. En sus años de secundaria fue uno de  los más notables basquetbolistas. Defensor apasionado del uniforme que le tocaba vestir, nos daba lecciones a los fifiriches de los cursos inferiores con su entrega ardorosa y su decisión de ser el mejor del equipo.

Así lo vi desde el comienzo de nuestra entrañable amistad al Flaco Eduardo Carrión, mezclado en la causa con otros aguerridos deportistas bernardinos, como los hermanos Félix y Agustín Paladines, el Quillo Encalada, el Guapo Ochoa, el Pata Torres y esa ardillita habilidosa y de enorme puntería que era Tonina Guerrero.  Entonces nos parecían enormes, gigantescos ídolos a quienes los más chicos admirábamos e intentábamos imitar en los juegos del recreo.

Al terminar sus partidos los rodeábamos, les veíamos de más cerca el sudor que fluía de sus carnes, los rasmillones en la piel que ellos no sentían, la alegría brotando en la sonrisa de los triunfadores y el desconsuelo dibujando en los rostros de los perdedores. Nosotros preguntando y ellos hablando entre grandes sin hacernos caso; nosotros envidiándolos y ellos puteándose por no haber hecho el  pase a tiempo o por no haberlo controlado al Runcho que se abalanzó con toda su increíble fuerza e hizo el punto que definió el partido luego de dejar en el suelo una tendalada de rivales; nosotros perplejos y ellos contando las anécdotas del partido que ganaron a Chimborazo como seleccionados de Loja. En una de esas, descubrí al Flaco Carrión, apasionado contador de historias.

Poco a poco, y sobre todo en los años universitarios, iría conociendo al Flaco Aventurero, al Flaco Chistoso, al Flaco Conocedor de casos increíbles, imaginativo hasta la exageración y gran aficionado a la literatura.

Fue por ese tiempo que él me embarcó en la lectura de “El retorno de los brujos”, el famoso libro de Louis Paowels y Jaquies Berguier que nos hiciera tornar la atención hacia los inquietantes misterios del género humano y del universo.  Durante  una noche de bohemia extrajo de su memoria los capítulos del libro que más le habían sorprendido, recitó frases enteras con un énfasis para convencer a cualquiera, hurgó hasta en las más inocentes palabras tratando de encontrar un misterio subyacente. “Pero fíjate hermano… Fíjate lo que esto significa!”

Y yo, contagiado de su convencimiento, gasté (invertí, sería lo apropiado) mis escasos centavos en comprar el libro. Lo leí casi de corrido, con verdadero deleite, tratando de discernir entre lo cierto y lo fabuloso, anhelando encontrar lo más pronto posible los episodios que el Flaco Eduardo me había adelantado la noche anterior.

Forjamos así una firme amistad. Una amistad que se sobrepuso al hecho real de que estudiábamos en facultades universitarias distintas y distantes. Seguía él la carrera de ingeniero agrónomo y yo la de abogado, que dicho sea de paso nunca alcancé y no deseo ni tengo tiempo de alcanzar. Sin embargo, compartimos las horas libres, los fines de semana y hasta las “giras de observación” que hacían los alumnos de agronomía. Formamos una linda y parrandera jorga con Jorge Castro, el Chugo Añazco, los Pericos Silva, la Foca Armijos y Cantón Cabrera. Era de vernos tomando tragos donde Mama Marina, Mama Miche, la Jesusa, la Camarada Márquez… Y era de oírlo al Flaco Carrión contando historias.

Lo de escribirlas pudo haber sido al principio una simple y deportiva afición por hacer literatura, o de intentar hacerla por lo menos. Afición que algunos jóvenes nos llevó a buscar concursos, a rellenar alguna generosa página de un periódico o una revista de efímera existencia. Así comenzaron a asomar nuestros nombres escritos con tinta y letras de imprenta.

En su vida profesional, Eduardo Carrión se alejó de esta tierra y se acercó a otros confines de la patria, entre ellos a Esmeraldas, a sus selvas y sus negros, a sus historias y leyendas, a su perenne tragedia acompañada de marimba y son. Y de allí regresó más tarde con la cabeza enriquecida de tantos y tantos aconteceres bullendo en su mar de fantasías. No fueron para menos sus viajes al extranjero.

Aquí, en Loja, hemos vuelto a encontrarnos, a revivir los viernes —aunque sea un poco más saltados que antes—, a escuchar las nuevas historias orladas con el incontenible caudal de su imaginación y al amparo de una oralidad que pretende imitar la propia voz y entonación del personaje de la narración, el silbido del viento, la musicalidad de las aves, el chapotear de las olas, en fin, el sonido de la naturaleza. Él ha estado en tantos lados, se las sabe todas, no olvida un detalle por nimio que parezca. Y es justamente en esos insignificantes detalles donde encuentra la punta de hilo de una gran historia.

En verdad, es de oírlo contar al Flaco.
Eduardo Carrión publicó hace un año más o menos, su primer libro, con el título de “Cuentos guardados en un rincón”. Poco después, es una especia de labor cooperativa, Stalin Alvear, Eduardo Carrión —promotor— y yo, llenamos otro libro de cuentos, que apareció con el nombre poco apropiado de “Tres narradores lojanos”. Casi todos los trabajos fueron rescatados de la memoria garabateada en amarillentos papeles a los que el tiempo y las polillas habían cubierto con un airecito de alcurnia intelectual.  Pensé entonces que los tres habíamos desvelado —escurriendo hasta el concho— todas las travesuras literarias de medio siglo de vida. Si alguno quería dar más, tendría que ponerse a escribir con mucha dedicación y durante un buen tiempo. Mas, sin que l menos se secara la tinta del último libro, Eduardo me cuenta que está por publicar uno nuevo. “A vos te ha cogido con furia”, parece que le dije. “Y, ni sabes —me responde—, vas a tener que escribir vos una nota de presentación”. Bromeamos un rato y me deja comprometido con tan amistosa tarea.

Y es que, a quienes  lo conocemos, no nos sorprende que Eduardo Carrión siga escarbando y explotando la cantera de episodios  grabados en su envidiable memoria. Sacándolos a la luz, puliéndolos, agregándoles una tremenda dosis de humos, vistiéndolos con su fabulosa imaginación y poniéndolos en el papel. Reconstruyendo hechos y diálogos, como si estuviera relatándolos oralmente, muchas veces inventando palabras para recrear el sonido real como se expresan, entonan y exageran los propios personajes de sus cuentos. 

Igual a como vi sonreír a unos amigos chimboracenses cuando comentaban sobre Cualquiera falla y Chacasón, pienso que se sonreirán los negritos esmeraldeños cuando saboreen ese hermoso mosaico titulado El Berejú. O el viejo panteonero cuando reconozca la huella de sus quejumbres en Restos (2,3,4). Tal vez hasta la condesa  de Rochefoucalduoux esboce un rictus de nostalgia si se encuentra con este libro donde mentan a su inalcanzado Panchito Loján. Lo que sí me parece seguro es que las chicas de La ventana, con este libro, tendrán para no aburrirse un largo rato, sin necesidad de permanecer con sus ojos fijos, como Piero, en “la gente que pasa”.

Mientras tanto, aprovechemos nosotros la “furia” que le ha cogido al Flaco para contar cuentos después de los cincuenta. Adelante amigo, te escuchamos y leemos.

Loja, marzo de 1994".

Fuente: Revista Mediodía Nro. 52-Casa de la Cultura, Núcleo Provincial de Loja, febrero del 2000.




1 comentario:

  1. Este señor me a inspirado a leer sus libros son muy interesantes si que tenia una imaginacion muy grande ni yo que no soy afulta y no la tengo haci ya muy pocos tienen una imaginacion haci ya que la mayoria de los jovenes solo estan en las redes sociales

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