El Dr.
Manuel Belisario Moreno Coronel, lojano presbítero (el más anciano: clérigo ordenado de
misa), se ubica en el siglo XIX, fue un cura (en la iglesia católica, sacerdote
encargado, en virtud del oficio que tiene, del cuidado, instrucción y doctrina
espiritual de una feligresía), o más allá de ser cura, luchó por las causas
justas, condenó la opresión, la imposición, los abusos del poder, los mismos
desajustes de la iglesia a la que pertenecía. Allí están los documentos sobre El Obispo de Loja y el Clero nacional,
Quito 1899 (Archivo B. Central/Guayaquil: P/F/AHG-201. Ref.2050), en el cual se
documenta y analiza la “vindicación de los presbíteros SS.DD. Manuel Belisario
Moreno y Rafael Hidalgo, al primero que por justiciero, el Obispo de Lima: el
ilustrísimo y muy reverendo señor Masiá le impuso “la supresión á divinis ex informata conscientia; de la cual no podrá ser absuelto hasta que
tengamos testimonio cierto de su buena
conducta, y nos conste, por público documento, haber resistido y renunciado
al poder que le confirió en mala hora el Sr. Ortega tan injustamente (…)”.
Claro, en la `democracia de imposición`, porque quien no comulga con mis ideas,
¿es mi enemigo? La respuesta la tenemos toda la gente llana.
Ejerció
el sacerdocio en la parroquia de San Juan de El Valle. Llegó a ser
Canónigo Penitenciario de la Iglesia de Catedral. En la primera década
del s. XX llegó a ser Secretario de la organización del clero lojano.
Estuvo de Obispo el Dr. José Antonio Eguiguren Escudero. Practicó el
periodismo.
El alegato
de Manuel Belisario Moreno es frontal, sincera, alentadora, abrigadora de
esperanzas a favor de las libertades, duro al reclamar su inocencia, porque no
atacó a ninguna iglesia.
Por su lucha por la verdad con los congéneres -fieles e infieles- de la misión y de la profesión -que solo sabía actual verticalmente-, nunca sestaría metido en el mismo `saco de alacranes`; no fue el "arribista" que integrase falsas causas en contra del ser humano. Nunca su clero pudo verle bien: virtualmente estuvo considerado como `oveja negra del redil` al que por declaración de los votos perpetuos para su sacerdocio -por disciplinas- se pertenecía, aunque no humana y socialmente porque la Santa Inquisición le laceraba aún.
He allí el
autor de la novela –con toda la seguridad del estudioso, una más del s. XIX- Naya o La Chapetona que, como Leyenda
tradicional nos llega rebosante de actualidad conceptual e ideología liberadora
de opresiones y conculcación de libertades. Pese a que la novela se inicia con
la `clásica añoranza`, no por eso se desarrolla como romántica; su autor da
rienda suelta a la gran problemática de rango histórico y no da tregua cuando
abrazado de la causa liberal, lucha por la identidad de su pueblo, por la identidad
de nuestro pueblo. ¿Qué hace, entonces, allí Naya, Blondina o La Chapetona,
para quien “cada manumisión que se verificaba en Zamora, debía ser un triunfo
para la Chapetona; puesto que era el fruto de su poderosa influencia en la
sociedad, de sus colectas en dinero, recogidas en perseverante actividad, y
sobre todo de su genio ardoroso e insinuante que, a la manera de un resorte
eléctrico, ponía en juego todas las inteligencias, explotaba las pasiones
generosas, se valía de todos los caracteres adunando en conjunto armónico y
certero todos los esfuerzos y energías para llegar a la meta de sus aspiraciones”?
(p81).
(…) Manuel
Belisario Moreno, en su calidad de luchador por la justicia, conculcado en su
libertad, reprimido en sus derechos, escribe Naya en 1878. Nada posibilitó que
se publicara su novela, realizada antes como testimonio histórico de un pueblo
y de su época, en donde descriptivamente –paso a paso- desde 1549, con el
escenario de la ciudad de Zamora, revisa y analiza todo el proceso de la dureza
del coloniaje. La novela ubica a un Manuel Belisario Moreno, no como el `antirreligioso` que lo quieren ver
los impresionistas, acuñadores de ideas sesgadas, que nunca parten del texto con
la lectura en profundidad. Es un luchador contra ese clero que rezonga en un
paralelismo feudal. Es uno de los obstáculos por los cuales el clero revisionista -que lo hay en todo tiempo-, con mirada negativa contra Manuel Belisario Moreno, no quiso autorizar la publicación de la novela. La tuvo en alguno de los archivos su autor. Cuando superó el problema con el Obispo Mariá, no porque lo hayan perdonado, sino cuando se dejó insubsistente, cuando cambia la situación de Belisario Moreno, encuentra los canales para hacer conocer su trabajo.
AUTOR DE LA NOVELA: Naya o La Chapetona.
Fuente:
Fausto
Aguirre/Naya o la Chapetona: el grito realista de la literatura-2008/Naya y la
Chapetona-UTPL-Colección Lojanidades/Literatura 3-2009.
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