miércoles, abril 8

Graciela Rodríguez Bustamante

“La Maestra en su indiscutible bondad”

  “Tu inspiración evoca
   azulidad y canto.
   Dulzura interior,
   Sueño nostálgico de viento
   en brisa suave”






Exaltar a Graciela Rodríguez con una palabra resulta ser una minúscula partícula de lo que inspira su presencia en el quehacer cultural y educativo de nuestra ciudad y del país, pues la coherencia entre las emociones que suscita su poesía, ha quedado impregnada en la interiorización de la memoria de sus pupilas en las que se reencarna el asidero y amor a las letras.

Esta ilustre mujer nace en el Cantón Celica de la Provincia de Loja el 8 de abril de 1927. Su padre el distinguido Maestro Don Juan Rodríguez Moreno, y su madre, la singular matrona, Amelia Bustamante de Rodríguez.

Graciela ingresa a la escuela Santa Mariana de Jesús, donde termina sus estudios primarios, luego al colegio Bernardo Valdivieso, obteniendo el bachillerato.

Desde aquel entonces muestra un claro talento poético, empieza a componer algunos versos que recitaba constantemente. Es el tiempo de la ilusión, de la esperanza, en que sus versos y su alma se abren a un mundo maravilloso, es la jovencita delgada, morena de cálidos ojos verdes, de melodiosa voz, que la acompañaba en sus versos. Estos versos dedicados a las compañeras de aula, al amor, al caballero que llena sus sueños.

Graciela continúa sus estudios en la Universidad Nacional de Loja, donde obtiene el título de Licenciada en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas.

Es por aquella época que llega con fuerza y plenitud a su vida, más en lugar de abrigar su alma, quema el dolor de sentir el olvido, nacen versos como:
 “No, mi altivez no sufre ese maltrato/ y si a olvidar no alcanzas al ingrato,/ te arrancaré del pecho corazón”

Su visión asombrosa se vuelve infinita:
 “Fui novia del hombre,/ entonces comprendí/ que el hombre es universal”

De su matrimonio emerge el fruto de su amor, su hija, a quien le regala la más hermosa confesión de amor maternal con ocasión de su primer año de vida.

 “Ahora soy dichosa porque/ siento tus pasos recorriendo mi sangre/ porque escucho tu voz/ cascadita de plata,/ y percibo las yemas de/ tus manos pequeñas levantando mis sienes”

Teje ternura en su hija Gracia Fedora, nombre que escoge  Gracia por su padre y Fedora por la admiración que ella sentía por el gran escritor Fedor Dostoyevski;  esta niña será desde entonces la compañera de sus días. E inspiran en la poetiza versos como:

“En la verde rama/ Se mece un botón/ Y en la entraña grávida,/ …suave…dulcemente,/ Un ángel de amor

Graciela es entonces la maestra incansable que forja juventudes, es la madre abnegada que educa y encamina a su hija, pero es ante todo, la mujer poetiza, que pareciera tener el lenguaje divino para expresar sus alegrías y pesares.

La poetiza Delia Rodríguez su alumna, la recuerda como “La Maestra a carta cabal, que supo hacer una fusión de la formación con la instrucción. Nunca estuvo ocupada para nuestras confidencias; siempre dispuesta al consejo oportuno. Ella, la personificación de la mesura; la de la extrema sencillez, más modesta que las mismas violetas, pero con una trascendencia histórica innegable en el arte, dentro del contexto local y nacional.

Ejerció su cátedra, en el Liceo Primero de Mayo, del que fue su directora, en los colegios Santa Mariana de Jesús y Beatriz Cueva de Ayora, en este último ocupó el cargo de Vicerrectora en tres ocasiones; Fue Miembro de la Casa de la Cultura, núcleo de Loja, colaboró y fue miembro de las revistas “Mediodía”, “Círculo9”, “Alta Sierra”, “Revista Universitaria”, revistas del Colegio Bernardo Valdivieso y Beatriz Cueva de Ayora, entre otras.

Por su obra ha recibido algunos reconocimientos como:
“Presea al Mérito Literario”, otorgado por el Consejo Provincial de Loja
“Al Maestro Educacional”, otorgado por el Consejo Cantonal de Loja.
“Mujer distinguida de Loja”, otorgado por el Comité ecuatoriano de Cooperación con la Comisión Iberoamericana de Mujeres filial de Loja.

Gustavo Serrano dice: “Tres son las obras de poesía (hasta 1983) que ha publicado Graciela Rodríguez y las tres inspiran una sola historia de amor y de dolor que le agitó en su sangre…”.

Marieta Molina en un análisis de su poesía dice: “Mensaje de mi Sangre (1961) en sus versos destila un “clamor de sangre” en elegías misteriosas, sublimes, Graciela canta, canta y llora por los hombres del mundo; salmodia en cada amanecer el amor universal; “Ay pena negra!/ más negra que el misterio/ más negra que las sombras; más negra que el abismo/…

En “Raíces de Amor y de Dolor” (1966), prolonga la riqueza de su alma poética, en esa visión de la vida que descubre el amor jugando a las escondidas con el dolor “¡Oh dolor!/ Estás igual que hiedra a la vida pegado/ No eres tan solo mío. Eres el patrimonio de la humanidad/…

De “Paz, Bendita palabra” (1995), Delia Rodríguez manifiesta: Hay un llamado de exhortación para lograrla, aunando el esfuerzo colectivo con la voluntad de doblegar: orgullo, vanidad, ambición: “Paz, bendita palabra;/ compendio de amor, unión, hermandad./Por la paz lucharemos,/ es cálida y dulce como es la vida/ y la levadura dorada del pan/…

Gustavo Serrano acerca de “El Rostro del Amor” (1983), es la más delicada ensoñación de poesía, expresada en cuarenta y cuatro poemas, de una textura y una delicadez bien lograda.

Otra de sus obras es “Signos de tu presencia”, aún sin publicar.

Esta mujer luchadora, tocada de sutileza y divinidad al escribir, esta mujer maestra guía y camino para sus pupilos, esta mujer emprendedora y abnegada, esta mujer enamorada de la vida, amante de su hija y nietas, cierra sus ojos a la vida el 12 de noviembre de 1999, rodeada de lo que más le gustaba: sus flores y sus poemas.

A su hija le decía:

“Cuando yo no esté, búscame en el jardín, pues yo estaré presente en una flor”.


Bibliografía: Revista “Mediodía” Nro. 52. Casa de la Cultura ecuatoriana.
Jaramillo, Valdivieso Paulina; Primicias Lojanas-Colegio Eugenio Espejo

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