El poeta de la ternura
“No ha estado mal vivir
de ningún modo”.
“Mi corazón es una gran arena
en la que todo cabe”.
“No ha estado mal vivir
de ningún modo”.
“Mi corazón es una gran arena
en la que todo cabe”.
Nace
en Loja, el 31 de marzo de 1932. Siempre humano, emotivo, valeroso,
firme; con sus poderosos sueños progresistas; con, también, sus
explicables limitaciones temporales; entre la hierbaluisa de los
suspiros románticos, entre las azucenas inviolables de un provincialismo
orgullosamente altivo, sensiblemente grande; aquí, en Loja, Carlos
Eduardo Jaramillo modeló su propia arcilla, modificó el calor de los
despertares y empalmó el curso de los ocasos, restituyó las primaveras y
se enroló con una muchedumbre dueña de musas y de gracias.
Afloraba
en su corazón la libertad del hombre consciencia; con lo cual erguiría
su estatura de flecha disparada contra el firmamento. Rubricaría con su
mirada el nacimiento de los arcoiris… – Así lo define su entrañable
amigo, Alfredo Jaramillo Andrade-.
Carlos Eduardo
Jaramillo nace en Loja, cursa sus primeros estudios en la escuela Miguel
Riofrío y los secundarios en los colegios “La Dolorosa” y Bernardo
Valdivieso”. Se realiza de Abogado de la República en….., como
profesional en Derecho jamás detenta contra el Derecho del hombre a
nivel universal, comprende que existe un deber moral por la justicia y
por la libertad.
Fue Presidente de la Casa de la Cultura,
Núcleo del Guayas, Presidente de la sección de poesía del Patronato de
Bellas Artes de Guayaquil. Representante ante la Junta General de la
Casa de la Cultura que presidió. Profesor Universitario.
En
su obra inicial “Escritos sobre la arena”. Diagnostica verdades en una
complicidad con el paisaje y la vida. En “150 Poemas” fortalece su
candorosidad cuando dice: “yo tengo una gran pena que a ti tan sólo
cuento/ una súplica amarga, una vaga obsesión, / que me atormenta
siempre, y parece que siento/ mi alma rota en pedazos rezando una
oración”….
Después de este cántico a la Dolorosa del
Colegio, surge el verso profano que destila la generosa comprensión de
lo cotidiano – “Estoy como metido dentro de un llanto enorme/ donde la
soledad llora conmigo./ Y no he dejado las armas por el suelo/ Y he
desnudado el pecho al asesino./ Cuando las huestes apresté, anhelante,/ y
al combate marché con paso duro, / cuando encendí mi sangre con la
fiebre/ de las espadas galopando al triunfo, el enemigo viene con
palabras de amigo,/ nos regala y convida, nos escancia su vino”/…
En
“Maneras de vivir y de Morir” editado en Quito en el año de 1965
escribe: “No, su aire de amor, sólo está en ella,/ viene de su pulmón de
tibias células, /de su entraña de rosa y de ceniza,/ de la distancia de
sus dulces piernas”…
En 1967, aparece su poemario “La Noche y los
Vencidos” editado por el Patronato de Bellas Artes de Guayaquil. En sus
páginas encontramos profundas y pormenorizadas interrogaciones
filosóficas y las imágenes de ricas resonancias – e inaugura la década
de los setenta con dos libros de gran madurez “El hombre que quemó sus
brújulas” y “Las desvelaciones de Jacob”. En un auténtico vértice
generacional,- nos dice Hernán Rodríguez Castelo- el poeta integra en su
expresión mucho de lo que su generación construyó, y con gran sentido
se mueve entre lo grande y lo banal, lo mítico y lo prosaico, lo
analógico y lo irónico.
Otras de sus obras de esta época
son “La edad de fuego” (1977); “Tralfamadore” (1977), donde comienza a
resumirse su dimensión lírica, sin quitar lo cotidiano, a lo cual
apuntan ritmos narrativos, lenguaje coloquial, ironía, reticencia,
emoción simple y fina captación de cuanto la vida tiene de extraño. En
1980 publica “Nefertiti la bella ha venido”
Marco Antonio
Rodríguez dice del Poeta: "La poesía de Carlos Eduardo Jaramillo es
acontecimiento, movimiento, camino. Jamás sosiego o quietud, solo manar
de raíces vividas o imaginadas, trepidantes, vibrantes, asoladoras,
frenéticas, incesantes. Exploraciones desaforadas en los meandros más
secretos de la condición humana, en los confines del ser, en sus
espléndidos, sórdidos, inagotables extremos. Nada de lo que es inherente
a la breve línea minada por el tiempo, que es la vida, excluye la
poética de Jaramillo: amor y desamor; memoria y olvido; gozo y daño;
riesgo, horizonte y hastío; urgencias y apremios; certezas y
confusiones; elogio del instante; lujuria de vivir; vida vivida hasta la
extenuación y la hesitación del vacío. Fluctuaciones y evidencias del
presente. El ayer como agujero turbulento, el futuro, extraño siempre.
La obra poética de Carlos Eduardo Jaramillo es, entonces, un solo
inmensurable canto: grande, altivo, soberano, alrededor de las
sustancias del ser humano (tiempo y sueño), y ese amasijo de irrisorios
acontecimientos que rezuman los días. Propuesta sutil y sagaz sobre las
humanas esencias de uno de los más vitales poetas de su generación en
América Latina..." Poesía Junta-CCE
En el 2007 recibe el
Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo que otorga el Gobierno
Nacional, por ser considerado una de las voces más importantes del País.
Obra Poética:
Escrito sobre la arena (1959)
150 Poemas de Amor (1961)
La Trampa (1964)
Maneras de vivir y de morir (1965)
El hombre que quebró sus brújulas (1966)
La noche y los vencidos (1967)
Las desvelaciones de Jacob (1970)
Una felicidad la felicidad (1972)
Crónica de la Casa, los árboles y el río
Viaje al planera Eurídice (1973)
Perseo ante el Espejo (1974)
La edad del Fuego (1977)
Tralfamadore (1977)
Blues de la Calle Loja (1971)
Canciones levemente sadomasoquistas (2000)
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