“El profesor de literatura doctor Pedro Víctor Falconí está
a punto de conlcuir una disertación sobre El
retrato. Siempre se había sentido feliz de cuativar la atención de sus
discípulos, pero esta vez le preocupa uno de ellos que, durante toda la clase,
se ha entretenido mirando intermitentemente al maestro y trazando rayas sobre
un papel.
Con pasos disimulados, el doctor Falconí se acerca al alumno
y le increpa: “Lea los apuntes, señor Herrera”.
Confundido, el estudiante intenta esconder su cuaderno, pero
el profesor ágilmente se adelanta, observa el trabajo y queda sorprendido al
ver su imagen caricaturizada. Mientras tanto el alumno, transfigurado por el
susto, imagina lo que le vendrá luego: su expulsión del colegio y el castigo
que le impondrá su padre. “Quédese, señor Herrera —le dice con parquedad el
maestro—, deseo que hablemos”.
Los compañeros habían salido de clase y ahora, cara a cara
los dos, el profesor sonríe y, ante el asombro del estudiante, lo abraza.
—Guillermo usted es un artista. Termine su trabajo para mí,
que sabré conservarlo con cariño.
Fue así como a Guillermo Herrera Sánchez se le abrieron las
puertas para manifestar su vocación artística. Ya en casa, totalmente aliviado,
refinó la caricatura y al día siguiente la obsequió a su maestro. “Siguió
dibujando, primero a carboncillo, a pluma y luego con colores (los de lápices,
porque en su hogar no podía darse el lujo de exigir otros materiales)”…
Guillermo Herrera nació en Loja el 14 de agosto de 1933. Era
el octavo de los once hijos del matrimonio Herrera-Sánchez. Sus padres Felipe
Herrera y Eloísa Sánchez de Herrera, muy jóvenes aún, habían resuelto radicarse
en Loja “dejando atrás las duras labores agrícolas y hogareñas allá en lo que
ahora es el cantón Gonzanamá, con la visión de un mejor porvenir educativo para
sus hijos”.
Recibió la instrucción primaria en la escuela Indoamérica,
que en la actualidad lleva el nombre de José Ángel Palacio, y luego continuó la
secundaria, hasta el quinto curso, en el Colegio Bernardo Valdivieso. Aquí
demostró también sus primeras inquietudes literarias: en el año lectivo
1958-59, dirigió el periódico estudiantil HOMENAJE, en cuyas páginas publica su
composición cívica 24 de mayo, luego
le cantará al amor en poemas como Tú mi
sueño, Visión y probablemente otros que no habrían llegado a publicarse.
En 1961, termina el bachillerato en el Colegio particular
Quito. Pero desde 1960 estudia también en la Escuela de Bellas Artes de la
Universidad Central del Ecuador, que admitía como alumnos a quienes mostraban
aptitudes artísticas aún cuando no hubieren terminado la secundaria. Para que
robusteciera su educación artística, La I. Municipalidad de Loja, le concede
una beca de estudios, mas, cuando fue delegado por la FEUE para asistir al VIII
Congreso Mundial de la Juventud por la Paz y la amistad de los Pueblos en
Helsinky (Finlandia) en julio de 1962, el mismo municipio le niega el apoyo
requerido para financiar su pasaje hasta México. Guillermo decepcionado,
abandona sus estudios, se aleja del país, se aventura por Guatemala, Venezuela
y Colombia, y dedica su tiempo a investigaciones arqueológicas con el ánimo de
formarse. Un criterio propio sobre la historia del arte y, en especial, del
arte precolombino. Algunas veces se lo verá recorriendo las selvas del Orinoco
o del Magdalena, pintando y vendiendo cuadros realistas sobre la naturaleza o
sobre temas de denuncia social.
De regreso al país en 1968, reinicia sus estudios en la
Universidad Central del Ecuador. Para entonces la Escuela se había transformado
en Facultad de Bellas Artes, cumpliéndose así una de las aspiraciones por las
que Guillermo había luchado, años antes, desde la dirigencia estudiantil.
Concluidos los estudios de arte en 1972, realiza giras de
observación por las ruinas arqueológicas en Guasamaní y Machu Picchu (Perú) y,
a su retorno, se decide por desempeñar funciones docentes. Entre febrero de
1973 y enero del 74 cumple como profesor en el colegio de Bellas Artes de
Guayaquil. El 1 de febrero acepta la designación de profesor de Dibujo y
Pintura en la recientemente creada Escuela de Bellas Artes de la Universidad
Técnica Particular de Loja. Dicta también las cátedras de Pintura, Dibujo
Natural e Historia del Arte en la Facultad de Arquitectura y después asume el
cargo de Subdirector de Bellas Artes en la misma Universidad.
El ejercicio de la cátedra le permite recorrer la selva
oriental. Con su amigo profesor Claudio Quinde, investigan sitios de interés arqueológico
de la provincia de Loja, especialmente la zona de Paltas, donde encuentran
inspiración para decorar, con motivos precolombinos, jarrones, platos y otras
preciosas piezas cerámicas. En cierta ocasión en que su hermana le pidió que
reprodujera algunas de esas hermosas creaciones, Guillermo respondió: “En el
momento que haga trabajos en serie, ya no habrá una obra de arte sino un objeto
meramente comercial. El arte es único”
La Universidad Técnica Particular de Loja, le confió
responsabilidades meritorias:
en 1974, lo delega al Primer Congreso Americano de
Prehistoria y Arqueología Americana realizado en la Universidad Central del Ecuador.
En 1976, en julio, le facilita integrarse a la Misión
Científica La Cueva de los Tayos, dirigida por el arquitecto Hernán Creso e
integrada entre otros por Neil Amstrong, para realizar estudios investigativos
en los campos histórico, arqueológico, antropológico, biológico y zoológico.
En 1978, lo delega al I Congreso Nacional de Prehistoria y
Arqueología Ecuatoriana, realizado en la Facultad de Ciencias de la Educación
de la Universidad Técnica Particular de Ambato.
En 1979 al I Festival de Artes Plásticas convocado por el
Colegio de Bellas Artes Juan José Plaza, de Guayaquil
Asiste también como delegado al IV Congreso de Profesores
Universitarios y Politécnicos del Ecuador, que se realiza en la Universidad
Técnica de Manabí;
Al Primer Encuentro sobre Prehistoria del Ecuador y América,
realizado en la Universidad Central del Ecuador;
Y al Seminario Nacional de Diseño organizado por la Facultad
de Artes Plásticas de la misma Universidad.
La devoción por sus hijos, la acción política, la creación
artística y, más adelante, el magisterio, no interrumpieron su hobby de inquieto explorador de las
bellezas naturales. “Debemos ser conscientes de que pertenecemos a la
naturaleza y es por consiguiente una necesidad urgente aprender a vivir con
ella” había enseñado con inquebrantable convicción. Aprovechaba el tiempo libre
para recorrer la geografía de la patria y buscar especies vegetales exóticas y
cultivarlas, lo que le llevaría más tarde a fundar, junto a sus hermanos, la
Asociación Amigos de las Orquídeas.
Guillermo Herrera Sánchez es uno de los altos valores de la
plástica lojana. A pesar de su fugaz existencia —solo alcanzó medio siglo de
vida—, logró destacar en una variada gama de actividades culturales.
Sus obras, impregnadas de amor a la naturaleza y de mensajes
solidarios con el dolor humano, fueron siempre admiradas por el público y
muchas veces obtuvieron significativos reconocimientos locales y nacionales:
1964- Premio de escultura de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, Quito.
1974- Primer Premio de Escultura otorgado por la Casa de la
Cultura, Núcleo de Loja
1975- Primer Premio de de Escultura del Salón de Noviembre
organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana-Núcleo de Loja.
1982- Medalla de Oro en la Exposición de Pequeñas Industrias
y Artesanía de Otavalo.
1993 Premio de escultura y pintura de la Feria Internacional
de Loja.
En 1982, cuando sus méritos de educador y artista habían alcanzado
notoriedad en el país, el ministro de Educación Claudio Malo G., lo invita a
participar en el Seminario de Planificación de la Enseñanza Artística y Revisión
de Objetivos, Planes y Programas de Bachillerato en Artes.
El 18 de febrero de 1984, “la vida de Guillermo Herrera
Sánchez se extinguió como consecuencia de un accidente, ocurrido cuando todavía
tenía mucho que dar a la provincia y a la patria…”
En 1983, la Alianza Francesa de Loja abre en esta ciudad el
Séptimo Salón Premio de París, en homenaje a Guillermo Herrera Sánchez.
Desde el 2007 el Salón de Noviembre que promueve anualmente
el Núcleo de Loja de la Casa de la Cultura Ecuatoriana para incentivar a
pintores y escultores, lleva también el nombre del gran artista.
Fuentes: Basado en Semblanza Biográfica escrita por la Dra. Victoria
Herrera de Velasteguí.
Revista
Mediodía-Nro60-Mayo 2013-Casa de la Cultura-Núcleo de Loja.
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