domingo, marzo 22

Pedro Víctor Falconí






(Los datos que a continuación ofrecemos son tomados de un análisis que realiza el Dr. Fausto Aguirre, “Pedro Víctor Falconí/Testigo de una época. Como “Homenaje Póstumo, al celebrarse los cien años de su nacimiento.” se encuentra en la Revista Mediodía de la Casa de la cultura, 1999. Nro. 50)

El Dr. Pedro Víctor Falconí nace en Loja,  el 22 de marzo de 1898. Jurisconsulto, poeta, ensayista, educador, político. Fue Presidente y Ministro de la Corte Superior de Justicia de Loja, Interventor de la Contraloría, Diputado, Concejal del Cantón y Consejero Provincial, Rector del Colegio Bernardo Valdivieso, Profesor Universitario,  Miembro Correspondiente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. 

Sus estudios primarios los realizó en la escuela de los Hermanos Cristianos. Lo tenemos más tarde como estudiante en las aulas del colegio Bernardo Valdivieso. Sus estudios los alternó con las funciones de líder estudiantil. 

Continúa su carrera estudiantil en las aulas de la facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales, Políticas y Económicas de la Universidad Nacional de Loja, institución en la que obtendrá sus grados profesionales y académicos, como los de doctor en Jurisprudencia y Abogado de los Tribunales de Justicia del país. Muy temprano se va a destacar como un abogado competente, mas como su horizonte es la familia, abandona su trabajo de abogado para dedicarse a la más noble de las tareas: la docencia y la educación, campos en los cuales cumple excelentes ejecutorias en procura de las reales transformaciones que demanda la sociedad. Se incorpora  a las aulas del Bernardo Valdivieso como profesor y luego como su rector. 

Como profesor y maestro forjador de las juventudes, en las cátedras de educación media o universitaria, siempre tuvo como ejemplo de horizonte, como meta de trabajo las orientaciones de su maestro el Dr. Adolfo Valarezo, a quien reconoció siempre como el más claro y transparente ejemplo y modelo de docente.

Los grandes hechos que han influido en su vida, mientras cursó sus ochenta y tres años en nuestra patria ecuatoriana, desde 1898 hasta 1981, se caracterizan por los siguientes movimientos:

Pedro Víctor Falconí, nace en el régimen del gobierno del general Eloy Alfaro, en el entorno que nos interesa al momento, mientras pasa la infancia, la niñez y la juventud, Pedro Víctor Falconí, vive ya conscientemente los diversos movimientos y levantamientos que obligan a Alfaro a abandonar el país.  Hay desorganización administrativa a nivel de gobierno central. Se vive el gobierno interino de Carlos Freile Zaldumbide. Emilio Estrada, asume la presidencia nacional por mandato de la Constitución. Se instrumenta su programa de “libros y atados”. Muere Estrada. Otra vez el interinazgo de Freile Zaldumbida.  Mientras tanto, en Esmeraldas, proclaman a Flavio Alfaro como Jefe Supremo. Eloy Alfaro retoma al Ecuador y pide cordura a las masas como a la gestión política gubernamental. 

Pedro Víctor Falconí, siempre recordó a Alfaro con admiración, admiración que duró toda la vida, no con conciencia de hombre liberal, sino con la mentalidad del hombre revolucionario.  Adquiere una sólida formación y preparación en los campos de la economía social. “El Capital” de Marx, será, por ejemplo, su libro de cabecera, y no quedará ninguna página virgen que no haya hollado su lápiz indicador, al igual que las glosas y las notas marginales.

La conciencia social, política, ideológica, más su sensibilidad de ciudadano que lucha por las causas de la patria, ha ido asimilando toda esa azarosa trayectoria nacional, de abusos internacionales y mutilaciones territoriales a la par que lo va reflejando en su hecho poético, y en sus hechos de hombre político. A nivel internacional tiene definida ya su visión sobre el problema de la dictadura del general Machado en Cuba, que dura hasta el 33. Le serán lacerantes las guerras y las dictaduras civiles y militares de los gobiernos de los países hermanos.

Desde el punto de vista generacional, por la zona de fechas de gestión y de gestación, Pedro Víctor Falconí pertenece a la generación de 1894 cuyo grupo o estilo predominante es el modernismo y el postmodernismo. Aquí lo hemos de encontrar conceptualmente, con su producción poética, con su exigua producción en prosa, al menos de un poco que se ha podido rescatar de lo que escribió el Dr. Falconí.

Históricamente, en el entorno de la generación de 1894, ocurren tres  guerras que afectan considerablemente el curso de las letras: la guerra del 98, la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial, que es distinto al entorno de nuestro generacionado, puesto que en su trayectoria hay que sumar otros acontecimientos: la Revolución rusa del 17, la Segunda Guerra Mundial, el nacimiento de la transformación de la Europa del Este, como la “perestroika” de Gorvachov, el acontecimiento del Protocolo del Río de Janeiro que tanto preocupó su vida. Pues, cuando él fue Diputado y ellos tuvieron que ratificar con su firma la mutilación nacional, el Dr. Pedro Víctor Falconí, con otros colegas de la gestión política del Parlamento, se opusieron a hacerlo y no firmaron, actitud que adquirió y adquiere mayor satisfacción histórica, no solo frente a la nulidad del Protocolo como hecho impuesto, sino como profundo criterio de conciencia patria que, de esta manera, desde un comienzo se defendió la integridad nacional y se opuso a la desmembración de la que fue objeto nuestra realidad territorial. 

Ubicando conceptualmente su poesía, ella arranca con elementos románticos, pasa por características modernistas y postmodernistas. Podemos afirmar que no hay órdenes conceptuales vanguardistas y postvanguardistas en la producción de Pedro Víctor Falconí. Sin embargo, dada su concepción-formación ideológico-política, su producción ostenta pocos o algunos elementos de la nueva literatura: con elementos de los rebeldes y renovadores. 

La gestión  ideológica, con la consiguiente influencia le viene del círculo de la “Vanguardia Revolucionaria” del cual fue su miembro. Esta etapa de su vida está caracterizada por una férrea disciplina, y muchas de las ocasiones por esa dogmática de la ideología, aunque de grupo o de movimiento, y no por convicción personal. Es él un humanista que ha entronizado la razón y la fe, que parte de su paz interior, de su seguridad en sí mismo, de su comprensión cabal con los demás, para darse a los demás sin condiciones ni restricciones. No importa su incredulidad en Dios: nunca hizo alarde de ello, nunca le fue un conflicto. 

En la misma revista de la Casa de la cultura, Alfredo Jaramillo, manifiesta que: como profesor de filosofía, lógica y ética, materias que se impartían en el Colegio Bernardo Valdivieso, en la década de los cincuenta,  el Dr. Pedro Víctor Falconí dejó profundas huellas, no sólo en el campo intelectual de Loja, sino en el alma de sus alumnos, a quienes asombró con su nobleza de hombre visionario que supo captar la problemática socio-cultural, política y económica de su tiempo. Su desinterés por las cosas mundanas.  (…)

Enemigo acérrimo de la petulancia proselitista del intelecto. Pedro Víctor Falconí fue un pedagogo de alcurnia indefectible. Un hombre que abrió nuevas proyecciones a la educación, desde muy temprano. Configuró en su tiempo perspectivas enmarcadas al desarrollo social y científico, sin tapujos. Poeta y escritor de fina sensibilidad y amante de las artes en sentido genérico. 

¿Quién no recuerda su contextura física, sus sueños, las moralejas finales de sus clases, las anécdotas en torno de su personalidad creativa, serena como los remansos polares, como el paisaje ecuatorial. Su concepción del mundo y su idea de Dios? —manifiesta Jaramillo Andrade—

Pedro Víctor Falconí (“el doctor Pedrito”…), se alineó por las causas inmarcesibles del espíritu. Profundamente humano y respetuoso. Amigo de las excelencias y de los grandes valores que se han dado en el campo de las letras, de la filosofía y de la teología. Devoto, de los libros como el que más. Su voluminosa biblioteca no le sirvió como adorno de sala: los leyó a los clásicos españoles, franceses, americanos y británicos. 

Entrañable adepto del arte: de la música y de la musicalización. Quiso hacer del Bernardo Valdivieso un centro único (“Una cajita musical”) y de artesanía. 

Jamás apostrofó la estulticia emparentada con el melindre vulgar, ni empleó la ironía contra la mediocridad, sino: su verdad que, en todo caso le fue relativa. Nos enseñó a meternos la luna en el bolsillo con Balmes. Aprendíamos.

Su sabiduría le abrió fronteras de comprensión entre sus semejantes. Al estudiante lo colmó de satisfacción. La existencial romesa del devenir le fue muy fácil comprender dentro de una ideología de carácter promisorio. Ni la tempestad lo abrumó. Consolidó fórmulas de su propia percepción real de las cosas, que protegió con su revuelo poético, paralelando a Ácaro: el dios de la mitología que columbró su estampa fuera del laberinto.

“Cuánto reprochas que mi alma llena
de amrgura, tristeza y desencanto,
regando mi sendero con el llanto,
enfermo siga de dolor y pena

Y a consolar mis crueles ansiedades,
y a consolar mi espíritu cobarde,
tuya a la paz de agrestes soledades
a contemplar agónica la tarde.

Es que no sabes, tierna amada mía
cómo adormece mi melancolía
contemplar a la tarde que fallece.

Porque sólo comprende el que padece,
el que ha visto morir cuánto se quiere,
la poesía de lo que se muere”

…Se hundió de repente en el dolor pero con alegría. Yo mismo fui acreedor testigo de su dulzura y capacidad cuando me convidó a trabajar a su lado, —dice Alfredo Jaramillo A. ¡Los Adioses!..., es un poema suyo de aquilatado romanticismo, como el de la cita anterior; un himno sin dobleces ni genuflexiones, pero con inmensa saudade, a pesar de ser un pasillo que ha saturado el alma popular:

“Lloran en los ocasos
nuestros adioses
porqué son la agonía
de nuestras voces;
música de corazones
de llanto y sol…”.

Pedro Víctor Falconí, muere en Loja en mayo de 1981. 

Fuente: Revista “Mediodía” Nro. 50, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” Núcleo de Loja, 1999./Fragmentos de artículo “Pedro Víctor Falconí/Testigo de una Época del Dr. Fausto Aguirre/ Fragmentos de artículo “Pedro Víctor Falconí/El Maestro que nos enseñó a meternos la luna en el bolsillo, de Alfredo Jaramillo Andrade.

Los dos artículos se encuentran en la misma revista y se puede ampliar los datos en la revista citada.  

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