miércoles, marzo 11

Alejandro Carrión Aguirre

“Un hombre de estatura intelectual”




Su obra literaria perdura y su presencia en el periodismo enmarca la realidad nacional en la profunda convicción de un país que requiere transformaciones. Nace en Loja el 11 de marzo de 1915. Hijo de José Miguel Carrión Mora y Adela Aguirre. Sus estudios primarios los realizó en Loja. bajo la dirección de los Hermanos Cristianos, le dejó impresiones afectivas como de conciencia que llegaron a generar los epi­sodios y caracteres humanos de uno de sus primeros pero más atractivos libros de narra­ción: "La manzana dañada"... Luego ingresa en el Colegio Bernardo Valdivieso de Loja, y Mejía, de Quito,. Manifiesta que su inclinación como escritor nace por tradición familiar, pues nació en una casa llena de libros, donde su abuelo escribía, su tío Héctor Manuel y Benjamín eran escritores, de tal manera que ser escritor para el constituía lo más natural…

Además recuerda a uno de sus más afables Maestros el Dr. Carlos Manuel Espinoza, del Colegio Bernardo Valdivieso de Loja, como motivador del hecho de escribir, considera que todo el que pasó por su aula aprendió a escribir por su enorme simpatía y manera de enseñar, el Dr. Espinoza - según el propio Alejandro-, publicaba para entonces una revista en la cual sus alumnos colaboraban y sin darse si quiera cuenta aprendían.

En la ciudad de Quito, se matriculó en la Facultad de Derecho, ya que las alternativas de aquel tiempo eran la Medicina y El Derecho. Cuando se creó la Facultad de Filosofía y Letras, se cambió; pero dos años y medio después fue clausurada por el Dr. Velasco Ibarra y regresó a Leyes.

En el ambiente universitario de Quito, en que cum­plió su carrera del derecho, fue cobrando di­mensiones mayores su aptitud literaria. Y, así, pronto se irguió, ya entera, su personalidad de poeta, narrador y periodista. Varios son sus libros dentro de la lírica: "Luz del nuevo paisaje" (1937), "Poesía de la soledad y el deseo" (1934-1939), "Agonía del árbol y la sangre" (1948). E igualmente, sus poemarios breves: "¡Aquí, España nuestra!", "Tiniebla", "La noche oscura", "Cuaderno de canciones". Algunos de ellos han sido edita­dos lejos del país.

...  El periodismo de Alejandro Carrión ha sido extenso. Porque lo ha ejercido desde los años de su adolescencia. Y a través de diarios y revistas: "La Tierra", "El Comercio", "Ulti­mas Noticias" y "El Sol", de Quito; "El tiempo", de Bogotá,

En 1948 colaboró en los periódicos “La Tierra” y “El Universo”. Fundó la revista semanal política  “La Calle”, por cuyo contenido, en los años 50 fue víctima de un atentado conocido como el caso de los “pichirilos”.Utilizó desde entonces el seudónimo “Juan sin Cielo”.


En la década de los 70 vivió en Estados Unidos, antes de pasar a ser el Primer Editor de la revista “Américas”, que es cuando volvió a su oficio, y antes, de que lo designaran director de la Biblioteca de la Organización de Naciones Unidas, estuvo dedicado a “cuidar” los textos de los señores embajadores, como Jefe de la División Editorial.  Viajó por diversos países del continente y en 1944, una editorial norteamericana, New Directions Norfolk Conn, seleccionó a Carrión como uno de los “cinco poetas de América”, publicando una antología de sus poemas. A su retorno fue articulista del Diario “El Comercio” de Quito y de la “Revista Vistazo”.

 Galo René Pérez manifiesta que la lírica de Carrión es tan lógica y coherente, se nos ofrece en efecto; tan articulada de ideas, tan airosa en su desenvoltura expresiva, que parece venir de lejanos manaderos clásicos, o de una conciencia que tiene la pestaña levan­tada, en actitud vigilante, sobre el fresco impulso de lo puramente lírico. Ni audaces amagos contra la estructura del verso, ni re­buscadas complejidades metafóricas, ni son­deos subconscientes o metafísicos, y peor la insuficiencia o el desaliño formal de los inca­paces, pueden sentarse, en verdad, en ningu­na cuenta que cualquier juicio ponderado es­tablezca alrededor de la obra poética de Ca­rrión.


Hernán Rodríguez Castelo, considera que Alejandro Carrión es el poeta más intelectual de la generación: penetrante, pero lastrado en su expresión lírica por ese mismo desmesurado peso conceptual. “Poesía de la soledad y el deseo” (1945) marcó la hora de la búsqueda de un estilo con suficiente poder como para fraguar en fórmulas verbales toda la hondura interior. No se lo halló –continúa Rodríguez Castelo- y la búsqueda se prosiguió, laboriosa, en “Agonía del árbol y la sangre” (1948). “La sangre sobre la tierra” ensaya otro tono y ritmos, y se apoya en la fuerza de lo simple. Entre tanto Carrión lograba una fácil plenitud verbal en el relato y la prosa y en la prosa acabó por instalarse holgadamente.

Jorge Salvador Lara dice de Carrión; Prosista caudaloso, cumple algunas memorables empresas de prosa artística, con seguro ritmo y multiplicadas ocurrencias. Vasto y hermoso trabajo en su volumen de introducción a la poesía de los jesuitas del extrañamiento: Los poetas quiteños de “El ocioso de Faenza” (1957).

 A partir de 1950 el ritmo de la producción novelística decae, sin embargo Alejandro Carrión escribe una novela de profunda madurez “La Espina” (1959), que merece los mejores comentarios de la crítica internacional, nos pinta un cuadro amargo y denso, hermosamente escrita, novela obsesiva en su ambiente y cruel para penetrar en los más obscuros recovecos de la pasión humana. en la que el desarrollo temático y el análisis psi­cológico del protagonista permiten ver la orientación del autor dentro del nuevo movimiento novelístico hispanoa­mericano, marcado por preferencias intros­pectivas. Esta obra fue recomendada en un concurso de la Editorial Losada, de Buenos Aires...  Ya Carrión había anunciado estas calidades en otro libro bello y desolador ”La manzana dañada” (1948).

 En una entrevista de Rodrigo Villacís para el diario “El Comercio en 1980” Alejandro Carrión anuncia sus cuentos por publicar, luego de “La mala procesión de hormigas”. Tengo tres libros –dice-, uno que es la continuación de “La manzana dañada”, que son cuentos que pasan en la escuela; estos pasan en el colegio, se titula “Divino tesoro”, por el verso de Darío. El otro libro de cuentos se llama “Una pequeña muerte, y del tercero, no recuerda el título, pero manifiesta que seguirá escribiendo cuentos, porque se los puede escribir sin fin. Sobre novela se refiere a “Los ojos de los otros”, que trata de mostrar esa terrible dualidad que se da entre como somos y como nos ven.

En el periodismo –la crónica, el artículo- Alejandro Carrión, como “Juan sin Cielo”, llena una época: fácil como buen conversador, chispeante, agudísimo, inmisericorde y hasta inescrupuloso. El periodismo propiamente político de Carrión ha sido el de un escritor enfrentado a la demagogia, a la negación de las libertades y a las tendencias y conducta pública de cier­tas facciones conservadoras y fascistas...

En 1986 el gobierno del Ing. León Febres Cordero le confirió el premio “Eugenio Espejo”. Ganó el premio de Mary Moors Cabot de periodismo de la Universidad de Columbia. Premio Losada de Buenos Aires. Premio Tobar de Ensayo. La Universidad de Columbia le otorgó el doctorado Honoris Causa.

Alejandro Carrión será siempre el infatigable creador, de estatura intelectual, de valor singular, encausador y guía de las letras en forma integral.


Bibliografía:
SERRANO, Gustavo, Prosas Silentes, Honorable Consejo Provincial de Loja, 1983.
ALARCON, César Augusto, Diccionario Biográfico Ecuatoriano.
BANCO CENTRAL DEL ECUADOR, Historiografía ecuatoriana/ RODRÍGUEZ CASTELO, Hernán, Vigencia de las Generaciones literarias socialistas (1935-1965)
VILLACÍS MOLINA, Rodrigo, Palabras Cruzadas, Banco Central del Ecuador.
Pérez, Galo René, Literatura del Ecuador 400 años –crítica y selecciones-, ediciones Abya-Yala, Quito-Ecuador, 2001.
Jaramillo,Valdivieso Paulina. Primicias Lojanas-Colegio Eugenio Espejo

2 comentarios:

  1. Soy admiradora de la obra literaria de Alejandro Carrión.Considero que es un excelente narrador, extraordinario ensayista y también un periodista muy crítico e incisivo. Incurciona primero en la poesía, pero luego la abandona para dedicarse a los otros géneros.

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  2. Aprender de extraordinarios maestros, sobre literatura, cómo es Enrique Alejandro Carrión. Admiración por sus obras.

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